viernes, 8 de mayo de 2009

PERDIDOS EN EL ESPACIO


Estaba previsto que la nave espacial Jupiter II llevara a la familia Robinson, compuesta por el Profesor John (Guy Williams), su esposa Maureen (June Lockhart), y sus tres hijos: Judy (Marta Kristen), Penny (Angela Cartwright) y Will (Bill Mumy), en una misión de cinco años de exploración hacia un planeta del sistema solar Alpha Centauri. Así era, hasta que el Dr. Zachary Smith (Jonathan Harris) saboteó los controles de la aeronave para que no pudieran funcionar correctamente. El sistema de control estaba ligado al Robot (cuerpo de Bob May, voz de Dick Tufeld) que estaba incluido en la misión como parte el equipo de investigación. Extremadamente parecido a Robby the Robot de la película Planeta Prohibido (56), era una máquina ambulante, amistosa y lógica. Smith, aparentemente al servicio del gobierno de una potencia extranjera, quedó atrapado a bordo del Jupiter II cuando despegó, dejándolo irremediablemente perdido en el espacio junto a los Robinson y al piloto, el Mayor Donald West (Mark Goddard). Una tregua recelosa tuvo lugar entre ellos, ya que ninguno de los pasajeros programados confiaba en Smith después de lo que había hecho. Durante tres temporadas la familia y su forzado invitado vagaron de planeta en planeta tratando de encontrar el camino de vuelta a casa. Los guiones eran fantasiosos e infantiloides, llenos de monstruos y extrañas formas de vida inteligente extraterrestre que constituyeron una constante amenaza, con el truco continuado de “cliffhangers” (ganchos) para tentar a los televidentes a regresar la semana próxima. Smith, un personaje pomposo, cobarde e inepto, siempre trataba de hacer tratos con los alienígenas para retornar solo a la Tierra, pero sus planes nunca funcionaron. Si no era frustrado por los adultos del grupo, el pequeño e ingenioso Will, o el Robot, él arruinaba todo por sí mismo. Durante sus inicios, también se incluyó como sub-trama un conato de romance entre Judy y Don. La serie fue creada y producida por Irwin Allen (1916-1991), uno de los nombres fundamentales de la TV de los años ’60, admirado y denostado casi en partes iguales. Desde la década anterior venía incursionando en cine como guionista, productor y director, habiendo incluso obtenido un Oscar por el documental The Sea Around Us en 1952. Entre un puñado de grandilocuentes productos que presentó en los ’60, se basó en su film Viaje al Fondo del Mar (61) para iniciar su paso por la pantalla chica, que en esos años lo tendría como impulsor y fuerza creativa de cuatro clásicos de la ciencia ficción: Viaje al Fondo del Mar (64-68, ver Under Cover # 26), Perdidos en el Espacio (65-68), El Túnel del Tiempo (66-67, ver Under Cover # 18) y Tierra de Gigantes (68-70, ver Under Cover # 27). Durante su primera temporada, Viaje... conquistó un moderado suceso, lo que impulsó a Irwin a intentar un nuevo programa, que al principio iba a llamarse Space Family Robinson. Lo propuso a la CBS y su interlocutor en la cadena era James Aubrey, jefe de programación, que le había dado vía libre a shows tan peculiares como La Isla de Gilligan o Los Beverly Ricos, pero rechazaría Viaje a las Estrellas por su bajo potencial... En todo caso, Aubrey acordó darle una chance a Allen con esta serie. El piloto contó con un presupuesto aproximado de u$s 600.000, aportados por la CBS, la 20th Century Fox TV y amigos del productor como Red Skelton y, escencialmente, el genial Groucho Marx. El guión estuvo a cargo de Shimon Wincelberg, un habitual colaborador de Allen, y el rodaje tuvo lugar en locaciones del desierto de Mojave. La premisa planteaba el lanzamiento de la nave Gemini XII, en fecha 16 de octubre de 1997, transportando a la familia Robinson y al piloto Don West, con el propósito de hallar un planeta habitable en otro sistema solar. Allen intentó dotar al envío con bases realistas, por lo que pidió asistencia a expertos de la NASA, que inicialmente mostraron interés, pero luego declinaron su intervención, argumentando falta de seriedad, plausibilidad y asidero científico. El productor ignoró estos cuestionamientos y siguió adelante. Cuando el piloto estuvo listo y lo proyectó ante los responsables de la cadena, Allen sufrió una crisis de ira ante la reacción irreverente que provocó en ellos. Los ejecutivos no fueron capaces de contener la risa e Irwin intentó detener la proyección, pero Groucho, captando las posibilidades como comedia que tenía el material, lo convenció para que se calmara mediante esta frase: “Irwin, no se están riendo del programa, se están riendo con el programa”. De todas maneras fue necesario hacerle varios ajustes a este primitivo piloto: se le cambió el título de Space Family Robinson porque se parecía mucho al de una película de la Disney, Swiss Family Robinson (La Ciudadela de los Robinson, 60); el nombre de la nave Gemini XII, se modificó para evitar confusiones con el programa espacial que la NASA realizaba en ese momento; y se incluyó el personaje del Dr. Zacarías Smith, ya que los gerentes pidieron que hubiera un opositor, un malvado que introdujera antagonismo. Para este rol fue considerado el actor Carroll O'Connor, al frente de una lista que integraron Victor Buono, Roger C. Carmel, Jack Elam y Werner Kemplerer. El seleccionado en definitiva fue Jonathan Harris, que entre sus antecedentes tenía series como El Tercer Hombre y El Show de Bill Dana. Durante mucho tiempo circuló el rumor de que el Dr. Smith estaba previsto sólo para unos pocos episodios y que entonces moriría. Esto en realidad no es cierto, es un probable fruto de la imaginación del actor para potenciar su intervención en el programa. Harris figuró a lo largo de toda la serie como “Estrella Especial Invitada”.

ARTÍCULO COMPLETO EN EL # 49 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - OCTUBRE/NOVIEMBRE 2005

INFIERNO EN LA TORRE


Durante la década del setenta el llamado “Cine Catástrofe” vivió su momento de apogeo. El género ya existía de alguna manera, casi desde siempre, pero tal vez no había tomado conciencia de sí mismo hasta esta época en la que una sucesión de éxitos fabulosos en la taquilla hizo que se delinearan sus rasgos distintivos. La saga de las películas de Aeropuerto iniciada en 1970 fue el disparador casi involuntario de esta oleada, pero más se debe a la iniciativa del productor Irwin Allen (1916-1991) la instalación definitiva del cine catástrofe como entidad propia y separada. Allen ya había ganado un Oscar en 1952 por el documental The Sea Around Us y había intentado superproducciones como La Historia de la Humanidad (57), El Mundo Perdido (60) o Cinco Semanas en Globo (62). Su película fantástica Viaje al Fondo del Mar (61), abrió una nueva veta para la actividad de Allen, que ingresó al mundo televisivo en 1964 con una serie homónima extendida por cuatro temporadas y seguiría en esa línea con clásicos tan celebrados como discutidos: Perdidos en el Espacio (65-68), El Túnel del Tiempo (66-67) y Tierra de Gigantes (68-70). Allen hizo del oportunismo y la economía de recursos una manera de sentir la industria del entretenimiento con excelentes resultados, y cuando vió por dónde iba la cuestión en aquellos años setenta, se convirtió en abanderado del cine catastrófico. Su primer aporte fue La Aventura del Poseidón (72), dirigida por Ronald Neame, con Gene Hackman, Ernest Borgnine, Red Buttons, Carol Lynley, Roddy McDowall, Stella Stevens, Shelley Winters, Pamela Sue Martin, Leslie Nielsen, etc, etc. Y aquí estuvo una de las primeras claves del género: repartos multitudinarios y estelares, capaces de atraer a diferentes sectores del público, en los que no faltaban alguna primera figura, estrellitas en ascenso, actores de carácter y viejas glorias de la TV. Estos astros iban ingresando paulatinamente a la trama del film, presentando (cada uno de ellos, individualmente o en pareja, o por falta de ella, o por otro tipo de circunstancias) una problemática adicional que usualmente estaba dirigida a captar el favor o el desprecio del espectador, que mientras asistía a la proyección iba confeccionando en su mente la posible lista de víctimas de la hecatombe que se avecinaba. Esta es otra de las carácteristicas escenciales, sumada a la catástrofe en sí. Ésta podía ser natural (Terremoto, 74), a causa de fallas técnicas (Aeropuerto, 70) o por actos terroristas (Juggernaut, 74), pero siempre con un alto dramatismo, con facciones en pugna a la hora de prevenir el desastre y al momento de salvar a los sobrevivientes, y con un héroe que se erigirá en el responsable del salvataje (esto lo hizo Charlton Heston en varios films). Una de las obras fundamentales del cine catástrofe es, sin lugar a dudas, Infierno en la Torre (The Towering Inferno), estrenada en Estados Unidos el 14 de diciembre de 1974, con una duración de 165 minutos y también producida por Irwin Allen. El éxito de La Aventura del Poseidón (recaudó entonces 42 millones de dólares) hizo que la Warner Brothers adquiriera los derechos de la novela “The Tower”, de Richard Martin Stern, pero ocho semanas más tarde Allen compró para la 20th Century Fox los derechos de “The Glass Inferno”, de Thomas N. Scortia y Frank Robinson: para evitar la competencia de dos films similares, ambos estudios se aunaron para producir The Towering Inferno, en un hecho bastante inusual. Los costos de producción (14 millones) se solventaron en partes iguales, quedando la explotación en Norteamérica para Fox y en el resto del mundo para Warner. La tarea de combinar los dos libros en un solo guión cinematográfico le cupo a Stirling Siliphant, que ya había trabajado largamente con Allen en sus series de TV y venía de escribir La Aventura del Poseidón. La responsabilidad de la dirección le fue asignada a John Guillermin, pero en los créditos figura Irwin Allen como director de las secuencias de acción, y todo el film muestra claramente su sello propio. La historia gira en torno a la inauguración de un colosal rascacielos de 135 pisos en San Francisco: el más alto del mundo. El edificio fue diseñado por el arquitecto Doug Roberts (Paul Newman) para la empresa constructora de James Duncan (William Holden). Éste había dejado en manos de su yerno Roger Simmons (Richard Chamberlain) la contratación del sistema eléctrico de seguridad según las especificaciones de Roberts, pero Simmons había “achicado costos” para quedarse con la diferencia. Es así que una sucesión de hechos desafortunados, una chispa aquí, un extintor defectuoso allá, un generador recalentado más allá y el sistema anti-incendios que no funciona, van sentando las bases del infierno que se nos promete desde el título. Ante las primeras señales de desperfectos, Roberts recomienda la suspensión de la fiesta en el restaurante del piso más alto, pero para Duncan eso es imposible: están las cámaras de televisión, viene el Senador Gary Parker (Robert Vaughn) para cortar la cinta: los festejos no se pueden parar, no va a pasar nada. Pero pasa: en poco tiempo la torre se transforma en una trampa mortal y llegan los bomberos para combatirla, con su jefe Michael O’Halloran (Steve McQueen) a la cabeza. Filmada en Panavisión, con estupendos efectos especiales y de maquetería, las escenas del siniestro son altamente convincentes: los dobles de riesgo usaban trajes de amianto debajo de sus ropas y así se pudo asistir a memorables secuencias de gente cayendo por las ventanas envuelta en llamas. Por otra parte, la acción y el dramatismo del incendio y su combate no opacó al resto de las historias más pequeñas dentro del tejido central, que tuvieron un adecuado desarrollo de sus personajes. Newman y McQueen compartieron, cada uno por su lado y luego en conjunción, el peso de ser los héroes del film y de llevar las cosas a un, digamos, buen término, habida cuenta del relativamente pequeño conteo de víctimas que acarreó el fuego desatado. Siliphant incorporó al guión el elemento conclusivo que venía en cada uno de los libros en que se basó el film, combinando la evacuación mediante un cable a una terraza de un edificio contiguo (proveniente de “The Tower”) con la explosión de los tanques de agua (extraída de “The Glass Inferno”). Lo invertido en la producción se tradujo en una monumental recaudación de taquilla para esa época: más de 50 millones de dólares, constituyendo un éxito fantástico. La película fue promovida con frases como “Una pequeña chispa se transforma en una noche de ardiente suspenso” o “La torre más alta del mundo está en llamas. Usted está en el piso 135°... no se puede subir... ni bajar”. En lo que hace al elenco, dos actores de la magnitud de Steve McQueen y Paul Newman crearon ciertos problemas de cartel: en los créditos y en los afiches el nombre de McQueen figuró a la izquierda pero un poco más abajo que el de Newman, que estaba a la derecha, dependiendo del punto de vista del lector determinar quien está antes o después. Esta complicada maniobra para satisfacer sus egos se llama “crédito diagonal”. Además, ambos exigieron tener la misma cantidad exacta de líneas de diálogo y cobraron la misma suma: un millón de dólares cada uno y 7.5 % de la recaudación de boleterías. Allen los había pensado intercambiados en sus roles, pero McQueen insistió para quedarse con el papel del jefe de bomberos, quedando la parte del arquitecto para Newman. Después estaba William Holden y a continuación Faye Dunaway, que compuso a Susan Franklin, la novia de Doug Roberts. Completaron el elenco el gran Fred Astaire como Harlee Claiborne y Jennifer Jones como Lisolette Mueller, protagonizando una historia de amor otoñal; Susan Blakely como Patty Simmons, hija del constructor Duncan y esposa del corrupto Roger, a la sazón villano del film; el tristemente célebre O. J. Simpson como el jefe de seguridad del edificio; y para cumplir con la regla no escrita de incluir antiguos principales de series televisivas estuvieron Robert Wagner (Ladrón Sin Destino), Richard Chamberlain (Dr. Kildare) y Robert Vaughn (El Agente de CIPOL). A esto podemos sumar a Steve McQueen como ex-protagonista de Randall el Justiciero. En papeles menores desfilaron otras caras reconocibles para el espectador habitual de series de TV: por ejemplo la primera víctima del siniestro fue Normann Burton, quien más tarde tendría el papel de Joe Atkinson en la segunda temporada de Mujer Maravilla. También participaron Gregory Sierra, Don Gordon, Dabney Coleman, Olan Soulé y Paul Comi. Infierno en la Torre ha quedado como el pico más alto (el término vale como nunca) del cine catástrofe.

ARTÍCULO COMPLETO EN EL # 13 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - AGOSTO 2000

TWIN PEAKS


Esta serie, estrenada por la cadena ABC el domingo 8 de abril de 1990 a las 21.00, es una curiosa y singular creación del cineasta vanguardista David Lynch, responsable de films tan controvertidos como Eraserhead (77), El Hombre Elefante (80), Duna (84) o Terciopelo Azul (86), junto al productor televisivo Mark Frost, quien intervino entre otras cosas en la serie El Precio del Deber. El escenario es un pequeño pueblo ficticio del noroeste norteamericano, llamado justamente Twin Peaks, o Picos Gemelos en la traducción. Se ubica en el estado de Washington, cercano a la ciudad de Seattle y a la frontera Canadiense. El lugar que sirvió como modelo y en el cual se filmaron los exteriores del programa, se llama Snoqualmie Falls. Twin Peaks es una pintoresca comunidad rural cuya tranquilidad habitual se ve sacudida una mañana cuando es descubierto a la orilla del lago el cadáver mutilado y envuelto en plástico de Laura Palmer (Sheryl Lee), una joven de 17 años muy popular en la zona. Para investigar el crimen llega el Agente del FBI Dale Cooper (Kyle MacLachlan). Cooper es místico, introspectivo y algo excéntrico: por ejemplo va relatando todos sus movimientos a una grabadora portátil a la que llama Diane, y no queda claro si está hablando con su secretaria o consigo mismo. En el curso de la investigación Cooper se guiará a través de sueños o un “método tibetano” que consiste en arrojar piedras a determinados objetivos. Dale viene de trabajar en un caso similar en una zona cercana, de ahí que consigue hallar una letra “B” incrustada debajo de uno de los dedos de Laura. Poco después otra joven, Ronette Pulaski (Phoebe Augustine) aparece vagando por las vías del ferrocarril en evidente estado de shock. También se halla una letra, la “T”, en uno de sus dedos. Las averiguaciones continúan y Cooper cuenta con la colaboración del taciturno sheriff local Harry S. Truman (Michael Ontkean): la química entre ambos es casi instántanea y se convierten en grandes amigos. Cooper se instala en el Hotel Great Northern, propiedad del corrupto empresario Benjamin Horne (Richard Beymer). Una vez iniciadas las indagaciones tanto Cooper como el televidente entran en relación con una variopinta fauna de personajes extravagantes y una intrincada red de intrigas, complots y relaciones adúlteras, propias tal vez de shows como Dallas o Dinastía pero que pasadas por el tamiz surrealista y experimental de Lynch conformaron un resultado único. La adopción de este estilo fue apareciendo primeramente de a poco, en algunos detalles aislados para ir profundizándose con el correr de los episodios. Una narrativa apartada de lo lineal y un particular lenguaje visual la hicieron difícil de aceptar para el televidente desprevenido, pero una vez atrapado en el complejo desarrollo no es fácil apartarse de su misterio. La atmósfera adecuada también encontró su apoyo en la climática música compuesta por Angelo Badalamenti, musicalizador de cabecera de Lynch.

¿Quién mató a Laura Palmer?

Esta pregunta fue el motor del programa durante los ocho episodios de la corta temporada inicial y buena parte de la segunda. La agitada vida social de Laura hacía recaer las sospechas en varias direcciones: Laura tenía relaciones con el temperamental y rebelde Bobby Briggs (Dana Ashbrook) y con el melancólico motociclista James Hurley (James Marshall). Asimismo estaba en tratamiento con el exótico psiquiatra Lawrence Jacoby (Russ Tamblyn) y había sido vista en “La Sota Tuerta” (One-Eyed Jack en el original), un casino-burdel sito en el lado canadiense, cuyo dueño también era Ben Horne. Por otra parte, Cooper y Truman hallaron su diario y descubrieron que consumía cocaína. La autopsia, llevada a cabo por el forense del FBI Albert Rosenfield (Miguel Ferrer) confirmó esto. Rosenfield tuvo graves problemas con Truman a causa de su petulancia y desprecio. Pistas van apareciendo pero los peculiares métodos de Cooper van descartando posibilidades: Bobby, James y el Dr. Jacoby quedan libres. Mientras tanto, llega a la ciudad la prima de Laura, Madeline Ferguson (también Sheryl Lee) que tiene las mismas facciones de la difunta y se hace amiga de James y Donna Heyward (Lara Flynn Boyle), a su vez la mejor amiga de Laura. Leland Palmer (Ray Wise), padre de la chica muerta, es presa de un ataque de nervios durante el funeral y se lanza a la tumba junto con su hija. Su carácter sufre grandes cambios, alternando lapsos de gran depresión con otros en los que se le da por cantar como Frank Sinatra y bailar como Fred Astaire en los momentos menos oportunos: Leland era el abogado de la empresa de Horne. Asimismo, una mañana aparece con el cabello totalmente encanecido. Por su parte, la madre de Laura, Sarah (Grace Zabriskie), es una fumadora empedernida y tras la muerte de su hija comienza a tener espeluznantes visiones.


ARTÍCULO COMPLETO EN EL # 15 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - OCTUBRE 2000

jueves, 7 de mayo de 2009

EL CAPITÁN ESCARLATA


“Esta es la voz de los Marcianos, sabemos que pueden oirnos, terrícolas...”


La serie Captain Scarlet and the Mysterons, conocida en nuestro medio como El Capitán Escarlata es, probablemente, el punto más alto en su género. En los inicios de la TV, los programas con títeres o marionetas no eran algo extraño, tanto en Estados Unidos como en Inglaterra. Pero fueron precisamente las Islas Británicas el hogar de su máximo exponente, el productor Gerry Anderson, junto a la que por entonces era su esposa, Sylvia. Luego de experimentar aisladamente en algunos proyectos que incluían muñecos o títeres, Anderson llevó a concreción un sistema de su autoría que se dio en llamar “Supermarionation”, a través del cual lograba sincronizar la palabra con los movimientos de los labios de sus personajes. En un principio el mecanismo utilizado iba dentro de la cabeza de los muñecos, de ahí que fueran tan cabezones, Recordemos por ejemplo a Mike Mercury, la “estrella” de la primera serie en la que esta técnica fue empleada: Supercar (61). Tanto el desarrollo de personajes como de vehículos hizo que esta fuera el principio de una cadena de programas exitosos en los que Anderson iba superándose a sí mismo. En 1962 la continuidad fue Fireball XL5 (El Capitán Marte y el XL5 para nosotros), donde las aventuras se trasladaron al espacio exterior, aunque todavía en blanco y negro. El color llegó en 1964 con Stingray (en la Argentina Meteoro Submarino) con el desafío adicional de moverse en un medio subacuático, con Troy Tempest al frente de la nave del título y una galería de personajes más amplia. Luego fue el turno de Thunderbirds (Guardianes del Espacio, 65), su obra más popular a nivel mundial. Esta vez se animó a capítulos de una hora, a diferencia de la media hora de sus experiencias anteriores y el expansión de personajes y vehículos fue fastuosa, tanto como la maquetería. Poderosas historias que tenían a la familia Tracy al frente de la organización “Rescate Internacional” como eje, redondearon un producto maravilloso, que inclso llegó al cine en dos películas, Thunderbirds are Go (66) y Thunderbird 6 (67) y llevó a estas marionetas a aparecer en el video clip del tema “Calling Elvis” del grupo Dire Straits en 1991.

EL CAPITÁN ESCARLATA, UN HOMBRE A QUIEN EL DESTINO HA HECHO INDESTRUCTIBLE

A diferencia de lo ocurrido en otras latitudes, en Argentina la serie de marionetas más popular es sin dudas El Capitán Escarlata. Es prácticamente imposible soltar en una conversación casual el nombre de, supongamos, Scott Tracy, pero en cambio al Capitán Escarlata lo conocen todos, aunque no sean cultores del género. Es el personaje que ha logrado monopolizar en su figura toda la corriente de las marionetas de Gerry Anderson. Esta serie también marcó un perfeccionamiento significativo en la técnica del Supermarionation. Al tiempo que se desarrollaban los episodios de Thunderbirds, los técnicos del taller Slough, donde se llevaba a cabo la producción, siguieron trabajando para encontrar un medio de llevar los muñecos a una proporción humana más aceptable. Como dijimos anterioremente, hasta ese momento el artefacto que controlaba los movimientos de la boca se ubicaba en la cabeza, obligando a dar a esta parte un tamaño mayor a lo habitual. Por consiguiente, la escala de los cuerpos debía ir en concordancia con este detalle, resultando en marionetas demasiado pesadas y difíciles de maniobrar. Asimismo, la puesta en escena exigía tamaños grandes, que por cuestiones de presupuesto se volvían prohibitivos. La solución fue aportada por dos de los más notables trabajadores del equipo de Anderson, John Brown y Terry Curtis, quienes lograron reubicar los mecanismos en el pecho de los muñecos y transmitir los movimientos labiales a través de pequeños cables que atravesaban el interior del cuello de las marionetas. Esto significó la nueva generación de Supermarionation, siendo que por primera vez las proporciones humanas fueron respetadas con total exactitud. Sin embargo esta idea no sedujo a todos los miembros del equipo: el director David Lane, por ejemplo, acordó en que los nuevos eran maravillosas piezas de escultura, pero consideró este avance como un error que restaba frescura al resultado y no tuvo empacho de manifestarlo ante Anderson y ante el propio Lew Grade, magnate de la TV inglesa, dueño de la cadena ITC y financiador de todos los proyectos de Gerry y Silvia hasta el momento. Afortunadamente, Lane no fue tomado muy en cuenta. Anderson se entusiasmó enormemente con sus nuevos “juguetes” pero era imposible incorporarlos a la continuidad de los Thunderbirds, ya que esto provocaría una desproporción con los personajes ya establecidos. Hubo que esperar la cancelación de esta para poner en práctica el nuevo sistema. Varias ideas venían revoloteando por la cabeza de Anderson hasta que fue tomando forma el programa que seguiría al éxito de Guardianes del Espacio. Así estuvo pensando en un personaje que podría ser asesinado en el mismísimo primer episodio, pero que de alguna forma volviera a la vida, tal vez reconstruído como un robot o un androide. Jugó con este concepto: ¿Qué tal si hubiera algo acerca de este personaje que podría significar que muriera en cada episodio y luego resucitara, como si nada hubiera pasado, a tiempo para el próximo capítulo?. Inicialmente la serie se titularía The Mysterons, siguiendo el precepto que había estado desarrollando acerca de una raza alienígena de computadoras vivientes ubicadas en un complejo habitacional en Marte, seres con fantásticos poderes y con la habilidad de reagrupar la matería, reconstruyendo objetos inanimados y creando duplicados de humanos muertos que actuarían bajo su control. En una inusual vuelta de tuerca que de otra forma hubiera sido una de tantas tramas de “la Tierra contra los marcianos”, la guerra se iniciaría accidentalmente cuando una expedición terrestre en el planeta rojo confunde un aparato de exploración con una pieza de armamento y en consecuencia destruye el complejo. En represalia a este acto intempestivo de agresión, los Mysterons se abocan a destruir toda vida sobre la Tierra. En el doblaje en español esto se simplificó un poco y los Mysterons fueron lisa y llanamente los Marcianos.

ARTÍCULO COMPLETO EN EL # 29 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - DICIEMBRE 2001

VIAJE AL FONDO DEL MAR


Con un lejano eco en mente de “20.000 Leguas de Viaje Submarino”, la magna obra de Julio Verne, el mítico y polémico productor Irwin Allen (1916-1991), decidió acometer la pantalla grande con una película que tenía como centro de atracción un poderoso y avanzado submarino. Así, en 1961 estrenó Voyage to the Bottom of the Sea (Viaje al Fondo del Mar). Este film siguió con la línea de gran espectáculo que Allen venía trazando con antecedentes como The Story of Mankind (57) o The Lost World (60), destinadas a entrener sin exprimirse demasiado el cerebro. En este caso, el submarino atómico, diseñado y dirigido por el dominante Almirante Harriman Nelson, debe afrontar y resolver una amenaza a escala cósmica: evitar que la Tierra sea cocinada por un cinturón de radiación. El mismo Irwin dirigió y escribió el guión sobre una historia propia. Un interesante elenco llevó el relato a buen puerto: Walter Pigeon como el Almirante Nelson, Robert Sterling como el Capitán Lee Crane, Joan Fontaine como la Dra. Susan Hiller, Peter Lorre como el Comodoro Lucius Emery, junto a Barbara Eden, Michael Ansara, el ídolo juvenil Frankie Avalon (que también cantó el lei-motiv de la película), Robert Easton y Del Monroe, como Kowalski, único tripulante que volvió a abordar en la subsiguiente serie televisiva. Porque, claro está, Viaje al Fondo del Mar, inauguró para Allen su actividad en TV, basándose en un concepto que se volvería una constante en su carrera: el aprovechamiento y reciclaje de decorados, vestuario y elementos de utilería. El modesto éxito que consiguió con la película animó a Allen a saltar a la pantalla chica: a fin de cuentas tenía un submarino que le había costado 400.000 dólares y no era cuestión de tirarlo a la basura así nomás. El imponente Seaview recibió algo de reacondicionamineto y se convirtió en estrella de televisión. La nueva tripulación convocada para el programa estuvo compuesta por Richard Basehart en el rol del Almirante Nelson y David Hedison como el Capitán Lee Crane, secundados por un grupo fluctuante de sub-oficiales y marineros, entre los que se destacaron el mencionado Del Monroe, que se presentó espontáneamente ante Allen para repetir el papel de Kowalski, cuando éste aún no lo tenía en cuenta, Robert Dowdell como el Teniente Comandante Chip Morton, Paul Trinka como Patterson, Richard Bull como el Doctor, Arch Whiting como Sparks, Henry Kulky como el Jefe Curley Jones, durante la primera temporada, reemplazado tras su muerte prematura a causa de un ataque cardíaco por Terry Becker como el Jefe Francis Ethelbert Sharkey, Allan Hunt (otra incorporación del segundo año) como Stuart Riley, y participaciones esporádicas de Paul Carr como Clark, Patrick Culliton, Marco Lopez y otros. El debut se produjo por la cadena ABC el lunes 14 de septiembre de 1964 a las 19.30 con el capítulo “Eleven Days to Zero”, emitido en blanco y negro así como el resto de esa temporada.

ARTÍCULO COMPLETO EN EL # 26 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - SEPTIEMBRE 2001

JIM WEST


En septiembre de 1965 un nuevo programa irrumpió en los televisores norteamericanos los viernes por la noche, poniendo en apuros a quienes buscan etiquetarlo todo. Era la historia de dos agentes secretos de los Estados Unidos cuya misión era defender a su país, o al mundo, según el grado de ambición de los villanos de turno. Esta vasta gama de lunáticos se valía de submarinos, bombas atómicas y otros artilugios para conseguir sus maléficos designios, pero lo curioso es que la mayoría de estas cosas todavía no se había inventado ya que la acción transcurría en ... 1870!. Todo había comenzado en 1955 cuando Michael Garrison y su socio Gregory Rattoff leyeron una novela escrita por un desconocido (entonces) autor británico llamado Ian Fleming, cuyo título era “Casino Royale”. En ella se introducía un personaje que se volvería icónico: Bond, James Bond. “Esto podría ser una gran película”, pensaron ambos, y de inmediato compraron los derechos y trataron de convencer a la 20th Century Fox para que hiciera el film. Esto no se concretó y tiempo después, tras la muerte de Rattoff, su viuda necesitada de efectivo vendió la parte que le correspondía y Garrison quedó afuera del negocio. Desde 1962 las películas de Bond venían rompiendo records de taquilla y Garrison volvió a insistir con el tema de los agentes secretos creando su propio personaje para la TV: Jim West. Era obvio que quería subirse al carro del éxito pero eso no lo perturbaba: “Estoy en esto por el dinero”, decía. “En Jim West combinamos diferentes elementos. Sabemos que el western es un género comercial y el espionaje sofisticado también lo es. No hay nada de malo en seguir la moda Bond o cualquier otra. Es más, se hace necesario”. Garrison vió cómo todas sus ideas cobraban forma exitosamente, pero por desgracia falleció promediando la segunda temporada. La serie se emitió por primera vez el 17 de septiembre de 1965 por la cadena CBS, con el capítulo "The Night of the Inferno". Durante la primera temporada, rodada en blanco y negro, conocimos a James T. West (Robert Conrad) y Artemio Gordon (Artemus en el original, Ross Martin) quienes eran agentes del servicio secreto durante la presidencia de Ulises S. Grant. Una broma que circulaba entonces decía que ellos debian ser los únicos funcionario honestos de la administración Grant, caracterizada por un alto grado de corrupción. West actuaba más como un cowboy aventurero que como un espía, pero tenía un arsenal de trucos que le permitía salir airoso de los tremendos peligros a los que se enfrentaba: pequeñas pistolas escondidas en sus mangas o en los tacos de sus botas, un cuchillo camuflado en el cuello de su chaqueta, bombas de humo en su cartuchera, balas extra en la hebilla de su cinturón, botones explosivos, ganchos para trepar paredes, y otros aparatejos que harían palidecer al mismísimo baticinturón de Adam West. El inventor de gran parte de estos adminículos era el propio Gordon, quien en sí mismo era un arma secreta ambulante. Avanzado científico y especialista en idiomas y dialectos, la principal habilidad de Artemio eran los disfraces y personificaciones que le permitían actuar como agente encubierto y aparecer por sorpresa sin despertar sospechas. Ambos se desplazaban por las planicies del oeste en su propio tren, equipado como un hotel de lujo además de contar con trampas secretas para los intrusos y con su propia terminal de telégrafo. Para comunicaciones más secretas utilizaban a dos simpáticas palomas: Arabella y Henrietta. Uno de los más grandes misterios de la historia de la TV mundial es ¿Quién diablos manejaba el tren?, ya que nunca se vió maquinista ni fogonero alguno... Aparte tenían también un carruaje tirado por caballos que venía con asiento ejector. Se podrá pensar que todos estos pertrechos eran algo excesivo, pero sin embargo a la luz de los enemigos que se les oponían tal vez se quedaban cortos. El más destacado entre todos ellos fue el diminuto pero letal Dr. Miguelito Loveless (Michael Dunn), aparecido por primera vez en el tercer capítulo, "The Night the Wizard Shook the Earth" (1 oct 65). Loveless (literalmente “sin amor”) poseía el cociente intelectual de un genio y ya en su debut su laboratorio mostraba rudimentarios prototipos de radio, automóvil y areoplano. En otras nueve ocasiones sus maquiavélicas ocurrencias, entre las que se incluía un conjunto de cuadros pictóricos a través de los cuales se accedía a otra dimensión, pusieron en jaque a nuestros héroes. Apenas un paso atrás figuró el Conde Carlos Mario Vincenzo Robespierre Manzeppi (Victor Buono), presentado en "The Night of the Eccentrics" (16 sep 66), apertura de la segunda temporada y primero transmitido en color. Manzeppi se autodefinía como aventurero, poeta y amante de todo lo corrupto, prohibido y blasfemo. Asimismo disponía de ciertos adelantos tecnológicos, como un primitivo equipo de TV, atribuído más al uso de la magia negra que a la ciencia en sí.

ARTÍCULO COMPLETO EN EL # 16 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - NOVIEMBRE 2000

TARZÁN


Es prácticamente imposible encontrar algún habitante de nuestro planeta que no sepa quién es Tarzan, el Rey de la Selva. Es que esta creación literaria de Edgar Rice Burroughs está considerada dentro de un selecto grupo de élite de personajes de ficción que más veces han sido llevados a la pantalla (junto a Sherlock Holmes, Dracula y Frankenstein) y ha pasado con éxito por todos los medios de entretenimiento. El padre de la criatura, el citado Burroughs, nació en Chicago, el 1° de septiembre de 1875, hijo de un ex-coronel de caballería durante la guerra de Secesión norteamericana, poseedor entonces de una destilería de alcohol industrial. Por esas cosas, Edgar decidió convertirse en escritor recién a los 36 años, adoptando el seudónimo de Norman Bean. El primer fruto de su inventiva fue John Carter, viajero de Marte, en formato de folletines recopilados en la revista “All Story Magazine”. El éxito alcanzado, provocó en los lectores una ingente demanda por más historias: así, Burroughs concibió más aventuras fantásticas en universos fabulosos: David Innes en Pellucidar y Julien en la Luna. La gente no quedaba satisfecha: entre diciembre de 1911 y mayo de 1912, el autor redondeó el vehículo introductorio del que sería su mayor suceso: “Tarzan of the Apes” (Tarzan de los Monos). El nuevo héroe, era el hijo de un aristócrata inglés, Lord Greystoke, abandonado por accidente en la jungla africana y criado por un grupo de simios, que le traspasaron todos los secretos selváticos. Consciente de su linaje y rescatado en su juventud, Tarzan volvió a la civilización. Pero este ya no era su mundo. Su vida estaba en la sabana, en la espesura de la inexplorada selva del continente negro. Así, abandonó todo y regresó a su lugar para asumir su reinado en esa naturaleza salvaje y primitiva. El efecto en el público fue arrasador: la demanda por más relatos de Tarzan de los monos no tuvo fin. A través del tiempo, su figura desfiló por el cine mudo y el sonoro con largometrajes y seriales, novelas y antologías literarias traducidas a 33 lenguas o dialectos incluído el braille, historietas en diarios y revistas, shows radiofónicos, series de TV, dibujos animados, y toda otra forma imaginable, abarcando también los nuevos medios tecnológicos. Tarzan tuvo hasta un radioteatro en nuestra Radio Splendid en los ’50, con César Llanos, Mabel Landó y Oscar Rovito, integró en algún momento la troupe de Titanes en el Ring y fue nombrado por Edmundo Rivero en uno de sus tangos. Todas estas diferentes versiones han tomado como base la obra de Burroughs, acercándose o alejándose según el caso, de la fuente original. En el ámbito de los comics, se destacan dos excelentes artistas que aportaron su talento para convertirlo en un clásico del género: Hal Foster y Burne Hogarth. Su traspaso al cine se produjo bien antes del advenimiento del sonoro: Elmo Lincoln, el primer Tarzan de la pantalla, protagonizó Tarzan of the Apes en 1918, contando con la aprobación de su autor. Ese mismo año encabezó The Romance of Tarzan, y en 1921 un serial de 15 episodios: The Adventures of Tarzan. Otros cuatro oscuros actores se repartieron la responsabilidad del papel, antes de llegar al Hombre Mono más famoso de todos los tiempos: Johnny Weissmuller. Ellos fueron Gene Pollar (20), P.D. Tabler (20), James Pierce (27) y Frank Merrill (28 y 29, el primero que hizo sonar el famoso “Grito de Tarzan”). Weissmuller, nacido en 1904, había ganado más de 50 Campeonatos de Natación en Estados Unidos y fue medallista olímpico en 1924 y 1928, obteniendo cinco perseas doradas. Estrenó el taparrabos tarzanesco en 1932 en Tarzan the Ape Man, con Maureen O´Sullivan (madre de Mia Farrow) como Jane, y Neil Hamilton (mucho antes de ser el Comisionado Fierro del Batman de Adam West). Weissmuller estableció un modelo de Tarzan salvaje y monosilábico, con un lenguaje rudimentario pero un buen corazón, altísimas dosis de arrojo y heroísmo, capaz de las más asombrosas proezas y con total dominio de la vida selvática hasta sus últimos rincones. Su hegemonía como el más popular Tarzan cinematográfico se extendió hasta 1948, con 12 películas para la MGM. Contemporáneamente, otros estudios buscaron terciar con otros actores como Buster Crabbe (recordado por sus seriales como Flash Gordon y Buck Rogers) en 1933, Herman Brix en 1935 y Glen Morris en 1938, sin inquietar al imponente Johnny. Cuando los años, el cansancio y el exceso de alcohol hicieron estragos en Weissmuller, la continuidad del héroe en la MGM pasó a manos de Lex Barker con cinco films no muy destacables entre 1949 y 1953. Tras su matrimonio con Lana Turner, Barker emigró a Europa y llegó a trabajar para Fellini en La Dolce Vita (58). Su reemplazante fue Gordon Scott: era como que no se podía estar por aquellos años sin películas de Tarzan, aunque los argumentos fueran casi calcados o perdieran progresivamente el sentido, cada vez más lejos de la idea de Mr. Edgar. Así, Scott interpretó al personaje en seis películas, entre 1955 y 1960. Otros Tarzanes esporádicos de entonces fueron Denny Miller (59), Jock Mahoney (62 y 63) y Mike Henry (66, 67 y 68). En otras partes del mundo, como España, Italia y hasta Turquía, se rodaron varios films extraoficiales, rescatando algunas características pero cambiando ligeramente los nombres para eludir el pago de regalías. Hasta los años ’80 no hubo nuevos Tarzanes en el cine. Recién en 1981, el productor John Derek estrenó Tarzan the Ape Man, como vehículo para el lucimiento del físico de su mujer, Bo Derek, con un mediocre Miles O’Keefe como El Hombre Mono. En 1984, la película Greystoke: The Legend of Tarzan, Lord of the Apes, rescató las raíces del ya mítico personaje, constituyéndose en una de las más fieles adaptaciones de la obra de Burroughs y una de las más logradas a nivel artístico, con Christopher Lambert (Highlander) en el rol principal. Posteriormente, en 1998 Casper Van Dien (Starship Troopers) le dio vida de nuevo en Tarzan and the Lost City. Finalmente, los estudios Disney decidieron que Tarzan encabezara en 1999 un largometraje animado, con la voz de Tony Goldwin al frente del reparto, y otras célebres intervenciones vocales a cargo de Glenn Close, Minnie Driver, Rosie O’Donnell, Brian Blessed y Lance Henrikssen.

TARZAN EN LA TV:

A mediados de los ’60, las películas de Tarzan seguían su ritmo sostenido en el cine y ya era hora de que saltara a la TV con una serie propia. El productor Sy Weintraub seleccionó a Mike Henry para un nuevo film, Tarzan and the Valley of Gold, con la intención de que sirviera como introducción al programa televisivo. Henry, nacido en 1937, había jugado profesionalmente al fútbol americano antes de optar por la actuación. Su protagonismo en la serie estaba cantado. Sin embargo, un accidente en la filmación torció su destino: uno de los chimpancés lo mordió y el actor entabló una demanda contra Weintraub por daños y perjuicios. Este conflicto hizo que fuera separado del proyecto. En su reemplazo, el productor eligió a Ron Ely, quien había tenido un rol prominente en la serie The Aquanauts (60-61). El ciclo debutó por la cadena NBC el jueves 8 de septiembre de 1966 a las 19:30, pasando luego a los viernes y teniendo como oponentes en su horario a El Avispón Verde (ABC) y Jim West (CBS). Ely era poseedor de un físico aceptable pero no imponente, sin una marcada musculatura como algunos de sus predecesores.

ARTÍCULO COMPLETO EN EL #36 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - ENERO/FEBRERO 2003

EL AGENTE DE C.I.P.O.L.


El Agente de C.I.P.O.L. (The Man from U.N.C.L.E. en el original) fue la respuesta de la televisión norteamericana a las popularísimas películas de James Bond. Dos superagentes, Napoleon Solo, agente N° 11 (Robert Vaughn) e Illya Kuryakin, agente N° 2 (David McCallum), forman un duo para combatir a la organización criminal internacional THRUSH. La sigla U.N.C.L.E. en un principio no respondía a nada en especial, sino que reflejaba la ambigua intención de los productores de, por un lado, no embanderar a la agencia con ninguna potencia especifíca mostrándola como internacional, pero al mismo tiempo aludir a los Estados Unidos en la figura del Tío Sam (Uncle Sam). Sin embargo, un sinnúmero de cartas recibidas en la NBC obligó a dotarla de un significado y así se llegó a United Network Command for Law and Enforcement. Toda esta elaboración era imposible de mantener en el doblaje en español y por lo tanto U.N.C.L.E. se transformó en C.I.P.O.L., que quiere decir Comisión Internacional para la Observancia de la Ley. La serie debutó en la cadena NBC el martes 22 de septiembre de 1964 a las 20:30 con el capítulo “The Vulcan Affair”. Toda esta primera temporada se emitió en blanco y negro, compitiendo en un principio con McHale’s Navy y The Tycoon, con Walter Brennan y Van Williams, que se daban en la ABC y La Hora de Red Skelton, que se veía en la CBS. C.I.PO.L. tenía su cuartel general secreto en Nueva York, oculto tras la fachada de la sastrería y tintorería de Del Floria (Mario Siletti). Se accedía a las instalaciones accionando la percha en uno de los probadores. El jefe de la agrupación fue Alexander Waverly, agente N° 1 (Leo G. Carroll), cuya función era asignar las misiones a los agentes y coordinar sus actividades. Este papel estaba previsto para Will Kuluva como Mr. Allison, tal como se mostraba en el piloto. Luego de aprobar este episodio los ejecutivos de la NBC dijeron que estaba todo bien pero que había que cambiar al jefe y así se produjo el ingreso de Carroll. Sin embargo, lo que los ejecutivos habían querido decir era que había que echar a McCallum: gracias a este malentendido la serie mantuvo a uno de los máximos atractivos que iban a cimentar su éxito. Era un momento en que novelas y películas de espionaje gozaban de tremenda aceptación. La TV ya había dado algunas muestras con Cita con la Muerte y Los Vengadores en las Islas Británicas, pero faltaba la opción norteamericana. La idea surgió de Norman Felton, que dirigía entonces la rama televisiva de la Metro Goldwyn Mayer y que venía produciendo programas medianamente exitosos desde principios de la década del ’50 (entre ellos Dr. Kildare y El Teniente), casi siempre en torno a lo policial y al drama. Decidido a subirse a la moda de los superagentes entró en contacto con directivos de la NBC, quienes a su vez le recomendaron hablar con Ian Fleming, el creador de los exitosos relatos de James Bond. Esta cumbre dio como resultado algunos detalles que luego se utilizarían en la serie, por ejemplo el nombre de “Solo”, pero disputas contractuales entre Fleming y Albert Broccoli (productor de los films de Bond, entre ellos Dedos de Oro que se estaba llevando a cabo en ese momento), impidieron que Fleming continuara ligado al proyecto. Superando esta dificultad, Felton llamó al director y guionista Sam Rolfe, encargado en definitiva de darle forma al programa, algo que ya había hecho antes con, por ejemplo, Revólver a la Orden, el recordado western con Richard Boone como Palladin. El personaje principal, Napoleon Solo, fue delineado como distinguido, elegante, fino, seductor, culto, con un grado en filosofía y ex-combatiente en Corea. Para corporizarlo se pensó primero en Robert Culp o Harry Guardino, quienes rechazaron la propuesta. Así, Felton recordó a Vaughn, a quien ya había convocado para una serie anterior, El Teniente. Como acompañante para sus hazañas se designó al agente ruso Illya Kuryakin para reafirmar la internacionalidad del ente. A la hora de elegir al actor, la fortuna quiso que Charles Bronson estuviera presente en el estudio junto a un actor escocés que había estado casado con Jill Ireland, unida por entonces a Bronson. El actor era David McCallum y la recomendación del duro hizo que accediera al rol de Kuryakin, que si bien estaba previsto como secundario, con el tiempo alcanzó tanta o más relevancia que el papel central. Durante la primera temporada la serie tuvo una medición de audiencia errática, con tendencia al fondo de la tabla del rating.

ARTÍCULO COMPLETO EN EL # 30 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - ENERO/FEBRERO 2002

MISIÓN IMPOSIBLE


“Buenos días, Sr. Briggs. El General Rio Dominguez, dictador de Santa Costa, ha establecido su cuartel en el Hotel Nacional. Sabemos que dos cabezas nucleares proporcionadas a Santa Costa por una potencia enemiga se hallan en la bodega del hotel. Su utilización es inminente. Su misión Sr. Briggs, si usted decide aceptarla, es retirar los artefactos nucleares de Santa Costa. Como siempre, si usted o alguno de sus hombres es capturado o muerto, nuestro gobierno negará tener conocimiento de sus actividades. Esta grabación se autodestruirá en cinco segundos. Buena suerte Sr. Briggs.”

Esta fue, palabras más o menos, la primera introducción de Misión Imposible cuando su episodio piloto se estrenó por la cadena CBS el sábado 17 de septiembre de 1966 a las 21.00. La secuencia, como muchas de sus frases incorporadas, se han convertido en pequeñas gemas clásicas de la TV, parodiadas y homenajeadas en innumerables ocasiones. Es que Mission: Impossible constituyó en su momento una innovación sin precedentes dentro del género del espionaje internacional, dominado en aquel entonces por el individualismo de figuras como James Bond, John Drake, Napoleon Solo o el propio Maxwell Smart. En esta serie se introdujo el concepto de equipo, en el que a las órdenes de un líder, estratega y cerebro máximo, cada uno de sus integrantes llevaba a cabo su parte como un engranaje aceitado de una maquinaria perfecta. Durante la primera temporada el rol de conductor le cupo a Dan Briggs (Steven Hill), al frente de IMF (Impossible Missions Force). Luego de recibir su encargo, cada capítulo continuaba con la selección del personal que sería utilizado para cumplirlo. En su departamento el jefe examinaba un conjunto de dossiers y elegía a los más adecuados: si bien hubo algunos que participaron esporádicamente en misiones aisladas (tal el caso de Wally Cox en el piloto como Terry Targo, experto en cajas fuertes), los miembros más frecuentemente convocados fueron Barney Collier (Greg Morris), genio de la electrónica, capaz de crear los aparatos más sofisticados, con los tamaños más reducidos y con resultados inigualables; Cinnamon Carter (Barbara Bain), ex-modelo, de belleza subyugante, útil para distraer y seducir; y Willy Armitage (Peter Lupus), fisicoculturista, el hombre fuerte del grupo. Curiosamente, un personaje que apareció en 26 de los 28 episodios de la temporada inicial no figuró durante ese año como integrante del elenco protagónico sino que lo hizo siempre como invitado: Rollin Hand (Martin Landau), ilusionista, maestro del disfraz y la personificación. Esta situación se modificó al año siguiente. La voz de la cinta en la versión original estaba a cargo de Bob Johnson, conocido locutor que también había hecho su aporte en Rumbo a lo Desconocido. La creación de esta singular serie fue obra de Bruce Geller, que había trabajado como director televisivo, por ejemplo en The Westerner, y venía de ser co-productor ejecutivo de Cuero Crudo. Con la idea desarrollada, a Geller le costó un poco venderla, ya que las cadenas la consideraban demasiado complicada y cerebral, difícil de llevar a cabo. El espaldarazo vino de parte de Lucille Ball, quien le brindó su confianza a través de su productora Desilu, llegando a un acuerdo con Paramount Television y la CBS. El primer año sirvió para establecer el tono y la identidad del programa, y aunque el público no respondió del todo (terminó en el puesto 51° en la tabla del rating, compartiendo el segmento horario con El Show de Lawrence Welk por ABC y NBC Saturday Night Movie), la crítica la aplaudió y obtuvo cuatro premios Emmy: Mejor Serie Dramática para los productore
s Bruce Geller y Joseph Gantman, Mejor Actriz Dramática para Barbara Bain, Mejor Guionista para Bruce Geller y Mejor Montaje y Edición de Sonido. Otro ingrediente fundamental era la música de nuestro compatriota Lalo Schiffrin, no solamente el archi-conocido tema del inicio, sino toda la banda de sonido contenida en cada episodio, destacándose el lei-motiv que puntualizaba las acciones de Barney y la melodía que acompañaba la retirada final de los agentes (“Mission Accomplished”: Misión Cumplida). El tema principal se editó como simple y permaneció 14 semanas dentro de los 100 más vendidos según la revista “Billboard” durante 1968. De cara a la segunda etapa hubo un cambio fundamental: el actor Steven Hill era judío ortodoxo y su religión no le permitía trabajar en sábados y domingos, algo que para mantener el ritmo de filmación era ineludible, y por lo tanto se decidió su alejamiento. Entre los nombres que sonaron para reemplazarlo estuvieron el de John Fosythe, futura estrella de Dinastía, y el de Stuart Whitman, protagonista de la serie Cimarron Strip, pero el elegido finalmente fue Peter Graves como Jim Phelps. Graves, hermano de James Arness (el Marshal Dillon de La Ley del Revólver), había llamado la atención de los productores en un piloto llamado Call to Danger, que no se desarrolló pero tenía una línea concordante con Misión Imposible. Su ingreso se produjo con total naturalidad, sin mencionar una sola palabra en cuanto el destino de Dan Briggs.

ARTÍCULO COMPLETO EN EL # 17 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - DICIEMBRE 2000

VIAJE A LAS ESTRELLAS


Viaje a las Estrellas o Star Trek es, ante todo, la visión de un hombre, su creador Gene Roddenberry. Oriundo de Texas, nació en El Paso el 19 de agosto de 1921. De niño su familia se trasladó a Los Angeles, California, donde tuvo su primer contacto con la ciencia ficción a través de la revista “Astounding Stories” (Relatos Sorprendentes). Más tarde estudió ingeniería y se enroló en la Fuerza Aérea Norteamericana combatiendo durante la Segunda Guerra Mundial al mando de un avión B-17. Durante su estadía en el Teatro de Operaciones del Pacífico, donde intervino en más de 80 misiones, comenzó a desarrollar su afición por la literatura, publicando algunos cuentos y poemas en diversas revistas. Tras la conclusión de la guerra, trabajó un tiempo en Pan Am, pero se aburrió e ingresó a la Policía de Los Angeles. Esta labor le proporcionó experiencias valiosas para sus relatos y así fue dando forma a diferentes cuentos policiales. Gene decidió entonces que ésta era su verdadera vocación y comenzó a enviar guiones a las cadenas televisvas. El primero que le aceptaron fue para la serie Dragnet y luego seguirían capítulos de Patrulla del Camino, Ciudad Desnuda, Los Detectives y varias antologías dramáticas, firmando varios de ellos con el seudónimo Robert Wesley (su nombre real completo era Eugene Wesley Roddenberry). Esta actividad como guionista libre le fue abriendo las puertas de la TV y en 1957 fue nombrado jefe de guionistas de Revólver a la Orden (ver Under Cover # 10). Más tarde creó y produjo la serie The Lieutenant (El Teniente), un drama policíaco-militar con Gary Lockwood y Robert Vaughn estrenado por la NBC el 14 de septiembre de 1963. A Roddenberry le iba bastante bien en esa época, pero su espíritu inquieto se encontraba insatisfecho: había temas que él quería incluir en sus historias que no encajaban en los moldes pre-existentes de los programas en que trabajaba. Entre sus intereses estaban los derechos humanos, la discriminación racial, la religión, la política, el avance tecnológico, la filosofía... y tal como le ocurrió a Rod Serling al momento de crear La Dimensión Desconocida, decidió producir su propio vehículo para canalizar sus inquietudes a través de la ciencia ficción: así fue tomando forma el proyecto Star Trek. En 1965 presentó un primer piloto titulado “The Cage”: la tripulación de una nave espacial en el siglo 23, comandada por el Capitán Christopher Pike (Jeffrey Hunter), incluye a la Número Uno (Majel Barrett), al oficial de origen vulcano Spock (Leonard Nimoy) y al médico residente Dr. Phillip Boyce (John Hoyt). En el curso de su exploración galáctica el grupo es atraído al planeta Talos IV y el Capitán es capturado por sus habitantes, que lo encierran en una “jaula mental” para testearlo. La figura del Capitán Pike estaba moldeada en torno al Capitán Horatio Hornblower, héroe favorito de Roddenberry, creación literaria del inglés Cecil Scott Forester y encarnado en cine por Gregory Peck en 1951. Sin embargo, Hunter falló en captar sus características y este fue uno de los motivos por los cuales el piloto fue rechazado por la cadena. Además se argumentó que era demasiado psicológico, falto de acción y que contenía un personaje que los televidentes nunca iban a aceptar: Spock, cuya apariencia era glacial y satánica, incluso su piel había sido tratada con un tinte rojizo. El chiste le costó 630.000 dólares a la Paramount TV. Pero Roddenberry insistió en su propuesta y logró una segunda oportunidad: tras barajar algunas otras posibilidades presentó un segundo piloto, titulado “Where No Man Has Gone Before” y escrito por Sam Peeples. En esta oportunidad el protagonismo pasó a manos de William Shatner como el Capitán James Tiberius Kirk, mientras que Spock mantuvo su lugar aunque con su imagen algo suavizada: Roddenberry consideraba que este personaje era vital para su idea. Shatner aportó mayor heroísmo y profundidad mientras que el guión, sin descartar un tema inteligente como la corrupción que el poder absoluto puede causar en el hombre, tuvo la dosis necesaria de aventura y acción ausente en “The Cage”, enriquecida por la intervención de los actores invitados Gary Lockwood y Sally Kellerman. Esta vez Star Trek pasó la prueba y obtuvo vía libre para su rodaje, debutando luego en la cadena NBC el jueves 8 de septiembre de 1966 a las 20.30.

ARTÍCULO COMPLETO EN EL # 15 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - OCTUBRE 2000

LOS VENGADORES


Cuando nos referimos a Los Vengadores, la primera imagen que nos asalta es el dúo conformado por John Steed (Patrick Macnee), con su clásico traje de tres piezas, su bombín y su paraguas, y Emma Peel (Diana Rigg), enfundada en cuero negro. Y de hecho, esta fue la etapa que le trajo mayor popularidad a nivel mundial y aquella en la cual se cimenta su fama y trascendencia a través del tiempo. Sin embargo, muy otra era la cuestión cuando la serie debutó el 7 de enero de 1961 en Inglaterra por el canal ABC (Associated British Corporation, nada que ver con su homónima norteamericana). Esta misma estación había alcanzado cierto éxito en 1960 con una serie policial llamada Police Surgeon. Su protagonista, el actor Ian Hendry, encarnaba al Dr. Brent, médico forense, y había logrado conquistar al público británico gracias a un puñado de episodios emitidos. Contemporáneamente, el productor canadiense Sidney Newman se incorporó a la ABC en el área de ficción y enseguida captó el potencial de Hendry, que a su juicio estaba limitado por una premisa cerrada en Police Surgeon. Así acordó con su productor, Leonard White, el traspaso de Hendry a un vehículo más innovador. En el nuevo programa, Ian Hendry seguiría siendo médico (para no perder la identificación popular que había logrado). Aquí, sería el Dr. David Keel, un dentista, que en el primer capítulo anuncia el compromiso con su novia Peggy (Catherine Woodville). Peggy resulta asesinada y el Dr. Keel resuelve investigar el crimen y vengarla. De este hecho surge el título de The Avengers (Los Vengadores). Para lograr su cometido, entra en contacto con John Steed, quien lo guía en el bajo mundo y lo ayuda en su autodeterminada misión. Steed fue concebido como un personaje secundario, perteneciente a una agencia británica secreta e innominada y tenía un superior en el personaje One-Ten (Douglas Muir), que aparecía ocasionalmente. Una vez concretada su vendetta, poniendo tras las rejas a los traficantes de drogas que habían acabado con la vida de su prometida, el Dr. Keel siguió luchando contra el crimen junto a Steed, quien mantenía un aura de misterio: surgía imprevistamente para desaparecer de la misma forma y no se conocía nada de su vida privada. Otro personaje que tomó parte de aquella lejana primera temporada fue Carol Wilson (Ingrid Hafner), la secretaria del doctor que “extraoficialmente” se sumaba a las misiones y eventualmente encarnaba a la víctima a rescatar en el último minuto. En aquel momento, la práctica usual era la filmación en video tape realizada en un estudio y a una sola toma. Más aún, siete episodios de aquella etapa se televisaron en vivo. La serie buscaba una identidad propia, que la diferenciara de lo que usualmente eran los films de espionaje de entonces: tengamos en cuenta que James Bond todavía no había llegado al cine (aunque sus novelas se venían publicando desde 1953). Esa identidad comenzó a surgir del núcleo de guionistas entre los que destacaron principalmente Brian Clemens y Dennis Spooner, que alcanzarían una importancia capital en el futuro.

ARTÍCULO COMPLETO EN EL # 6 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - ENERO 2000

EL PRISIONERO


Patrick McGoohan se cansó de Danger Man pero no de la TV: quería hacer su propio proyecto. A cambio de dejar la serie, le ofreció a Lew Grade una nueva historia. Logró vender su idea cuando Grade vió las fotos de “La Villa”, el lugar donde se desarrollaría la trama y que tendría un protagonismo vital. La idea original de McGoohan era una miniserie de sólo siete episodios pero el empresario, pensando en su venta a Estados Unidos, consideró exiguo este número y encargó dos temporadas de 13 capítulos, proponiendo el abultado presupuesto de 75.000 libras, algo así como 187.500 dólares, para cada uno de ellos. No muy convencido, McGoohan aceptó, reteniendo para sí un absoluto control creativo sobre el producto, un hecho que no reconocía precedentes. Así, constituyó la empresa “Everyman Films”, en la que reunió grandes talentos, como el productor David Tomblin y el editor de guiones George Markstein. Sin embargo, Markstein estaba un poco confundido acerca de la naturaleza del programa: creyó que se trataba sólo de una serie de espionaje más y no estuvo a tono con el planteo filosófico, alegórico y existencialista que proponía McGoohan. De hecho, gran parte del público también creyó en su momento que se encontraba ante una secuela de Danger Man, siendo que en el primer episodio, “Arrival”, (emitido por primera vez en Inglaterra el 1/10/67 por la ATV y en Estados Unidos el 1/6/68 por la CBS) se ve a un agente del gobierno británico presentando enérgicamente su renuncia ante su superior. Un archivador mecánico deposita su expediente en el cajón de “renuncias”, en una escena que no desentonaría en la película Brazil (85) de Terry Gilliam. Visiblemente satisfecho, el ahora ex-agente se retira raudamente en su automóvil (un Lotus Seven Series II, patente KAR 120C), acompañado por la potente música de Ron Grainer, y una vez en su hogar se dispone a empacar. Mientras tanto, una siniestra figura, con aspecto de empleado de pompas fúnebres, introduce un gas a través del ojo de la cerradura y el renunciante cae narcotizado. Cuando despierta, se encuentra ya en “La Villa” : esta sería la secuencia que abriría cada uno de los capítulos. Desde el comienzo, la identidad de este agente provocó controversias: como ya se dijo, el público asumió que se trataba del propio John Drake: hay quien afirma que era realmente así pero que este nombre no pudo usarse porque sus derechos de utilización pertenecían a Ralph Smart, creador de Danger Man y su adquisición habría encarecido considerablemente el costo de The Prisoner. McGoohan jugó con la idea: para uno de los episodios contrató a un actor llamado efectivamente John Drake y posteriores estudios sostienen que en un capítulo se escucha el nombre “Drake” al final de una frase, cuando en realidad la línea en cuestión sería “break” (en inglés ambas palabras tienen sonidos similares). Con los años, McGoohan se encargaría de precisar que The Prisoner no fue en ningún modo continuación de su anterior serie, aunque a pesar de eso varios textos, sobre todo estadounidenses, aún sostienen lo contrario. La vida que se lleva en la “La Villa” tiene un cierto parecido con el mundo descripto por el novelista George Orwell en “1984”: existe una constante vigilancia sobre cada movimiento y nada escapa al control superior: la estatuas en los parques tienen ojos electrónicos y cada vivienda es monitoreada en imagen y sonido. Allí nadie tiene un nombre: todos son identificados con números y al personaje de McGoohan se le asigna el Número 6.

ARTÍCULO COMPLETO EN EL # 3 DE LA REVISTA "UNDER COVER" - OCTUBRE 1999